La nonagésima séptima ceremonia de los Óscares será mañana domingo dos de marzo y aunque las candidaturas a los premios no fueron una gran sorpresa en términos generales, siguiendo la pauta como siempre de los Globos de Oro, veremos hasta qué punto cumplen las expectativas.

Adrien Brody en The Brutalist es el favorito y probablemente se salga con la suya, aunque su actuación es regular en el mejor de los casos, pero frecuentemente se vuelve aburrida, cuando no insoportable. Colman Domingo encarna con bravura su papel de presidiario en Sing Sing tratando de aprovechar su tiempo montando piezas de Shakespeare con una troupe de reclusos. Basada en una historia real, la sorpresa fue ver “actuar” al personaje histórico al final de la película. Ralph Fiennes en su papel de cardenal en Conclave, lidiando con los tejemanejes de la Iglesia Católica para elegir a un nuevo papa, maneja a la perfección los corrillos rivales y sus intrigas, aunque la historia ya ha sido contada anteriormente. Sebastian Stan, ese maravilloso y versátil actor rumano, nos muestra con convicción a un Donald Trump joven que intenta liberarse del yugo de su padre, brillar con luz propia y, en el camino, llevarse por delante a quien se oponga, en especial a su tutor y maestro, Roy Cohn. Si bien Fiennes y Stan merecerían el Óscar, la actuación magistral de Timothée Chalamet les sobrepasa con creces. Su encarnación de Bob Dylan en A Complete Unknown es impecable; hay ocasiones en que el Dylan de la pantalla es tan logrado que olvidamos por un instante que es Chalamet actuando. Él debería ser el galardonado, pero por su juventud se lo otorgarán injustamente a Brody, un actor que trata de reproducir las agallas que tuvo en The Pianist, dirigida por Roman Polanski en 2002, sin lograrlo.

La inglesa Cythia Erivo (Wicked) es lo único interesante que tiene esa historia de brujas derivada del Mago de Oz y, al lado de la simplona Ariana Grande, brilla muchísimo más. Mikey Madison tiene una gran energía y magnífico tempo cómico en Anora, lo que le permite convertirse en el hilo conductor de una historia por lo demás caótica. La española Karla García Gascón, por otro lado, representando a la transexual Emilia Pérez en la película homónima, no está lejos de su realidad. Por razones que no tienen nada que ver con su actuación ha sido criticada y descalificada; la representación fidedigna de su propia historia no deja de ser lo que fue, antes o después de sus declaraciones años ha. Demi Moore es absolutamente repugnante en esta película que pretende dar una lección moral. Han dicho que su actuación en The Substance la reivindica y la coloca entre las actrices de peso. No creo que sea así, pero Hollywood es Hollywood y siempre quiere quedar bien. Ninguna de las cuatro se puede comparar con la actuación magistral de la brasileña Fernanda Torres. Ella se debería llevar el galardón, pero bien sabemos que será la Moore por razones que nada tienen que ver con su actuación.

Y volviendo a Anora, el ruso Yura Borisnov es el perfecto complemento cómico de Mickey Madison. Sus escenas juntos son una delicia y me hacen olvidar por esos luminosos instantes la sordidez de la trama. Esta categoría de mejor actor de reparto está muy reñida porque todos brindan una buena actuación: Edward Norton se transforma en el maravilloso Pete Seeger, haciendo alarde de una sutileza y dulzura difíciles de igualar; Guy Pearce brilla por momentos, logrando despertar al público somnoliento; Jeremy Strong, en su papel de Roy Cohn, muestra sus talentos histriónicos como nunca lo logró en la malhadada, incoherente, balbuceante e injustamente famosa Succession; aquí llega a alturas interpretativas comparables a los mejores momentos de un Brando; su colega en la misma serie, el igualmente insoportable Kieran Culkin, sirve de antagonista al dulce Jesse Eisenberg, que le necesitaba como tal; por algo este último escribió el guion: la película la tituló Real Pain y ya sabemos a quién se refiere. Sea lo que fuere: Culkin es el nuevo darling de Hollywood y no será ninguna sorpresa si se lleva la estatuilla, aunque Norton la mereciera mucho más.

En la categoría de mejores actrices de reparto, Felicity Jones (The Brutalist) ayuda con su buena actuación a que ese larguísimo y aburrido bodrio no se vaya a pique. Por otro lado, que la italiana Isabella Rossellini haya sido incluida en esta categoría por un papel tan insignificante en Conclave es un verdadero enigma. O no tanto, si se piensa que ella es buena actriz y ha sido pasada por alto en varias ocasiones. Pero ésta definitivamente no lo es. Excepto por su indudable talento musical, Ariana Grande (Wicked) tampoco debería haber sido seleccionada para esta categoría, vaya usted a saber por qué. Mónica Bárbaro encarna maravillosamente bien a Joan Báez y las escenas con Chalamet están estructuradas de tal forma que ambos brillan con su propia luz. Hay que recordar que ambos cantaron las canciones en la película. Finalmente, Zoe Saldaña aparece en esta categoría cuando debería haber sido candidatizada a la de mejor actriz. Es ella la que lleva la trama con sabiduría y elegancia en Emilia Pérez y ésta es tal vez su mejor actuación hasta la fecha. Lo más probable es que gane el Óscar y será muy merecido.

Entre las películas seleccionadas a la categoría de mejor película internacional, Ainda estou aqui, del brasileño Walter Salles, debería llevarse el galardón. Aunque su historia está basada en la dictadura militar (1964-85) en Brasil, no pierde ninguna vigencia ante las actuales circunstancias mundiales. Grandes competidoras serían la danesa The Girl with the Needle de Magnus Von Horn, una historia desgarradora sobre los efectos que trae la prohibición del aborto a comienzos del siglo XX, igualmente actual a raíz de la anulación del caso Roe contra Wade en los Estados Unidos en 2022. Por otro lado, la alemana The Seed of the Sacred Fig, del iraní Mohammad Rasoulof, contextualiza la corrupción de los tribunales de su país y el dilema de un juez ante su familia y el estado. Emilia Pérez de Francia ha sido ensalzada y vilipendiada. Los mexicanos no se sienten representados y cuestionan minuciosamente la verosimilitud de la historia, especialmente porque no fue filmada en México. Por último, Latvia trae Flow, dirigida por Gints Zilbalodis y escrita por Zilbalodis y Matīss Kaža, una encantadora película animada con ínfulas ambientalistas y un desenlace poco convincente. Definitivamente no debiera estar en esta categoría y sí en la de mejor película animada, que lo está y seguramente ganará. Sin embargo, en esta categoría la favorita es Emilia Pérez, aunque yo preferiría que ganara Ainda estou aquí.

De los mejores guiones adaptados, A Complete Unknown, escrito por James Mangold y Jay Cocks, obviamente es el mejor. Nickel Boys de RaMell Ross y Joslyn Barnes, adolece de continuidad; la forma en que está contado es desconcertante a ratos y difumina sus buenas intenciones. Tal vez debieran haber seguido el original con mayor fidelidad. El guion de Emilia Pérez, escrito por Jacques Audiard, en colaboración con Thomas Bidegain, Léa Mysius y Nicolas Livecchi, es inverosímil, aunque fácil de seguir. Indudablemente está bien escrito, pero sus giros, clímax y desenlace dejan mucho que desear. Si no fuera por Saldaña que le brinda cohesión a ese arroz con mango, la historia caería por su propio peso. Deberían haberla ambientado en el lugar original y seguir más de cerca los sucesos históricos que contribuyeron a la narración: muchos cocineros arruinan el puchero. Conclave, escrita por Peter Straughan, y Sing Sing, escrita por Clint Bentley y Greg Kwedar, basándose en las experiencias de este último y de sus compañeros de prisión, logran darle sentido a historias llenas de matices y giros que parecerían inventados, pero que muchas veces no lo son. Ambos son buenos rivales, pero probablemente gane el guion de Emilia Pérez.

De los guiones originalmente escritos para el cine, A Real Pain debería ganar. Hay algo de nostálgico y romántico en la historia que hace que el público se identifique y disfrute de sus vagabundajes por la Polonia actual. Escrita por Jesse Eisenberg, su actor y director, es una pequeña joya con un final realista y amargo que nos sigue acompañando días después. Anora, escrita por Sean Baker, otro darling del cine actual, es divertida y sinuosa, como un culebra cascabel. Es imprevisible, algo que muchos guiones no tienen y que es un elemento indispensable de un buen guion, lo que la hace interesante y agradable de seguir. September 5 es aburrida y difícil de concatenar. Para rematar esta historia ya ha sido contada. La única diferencia es que esta vez, escrita por Moritz Binder, Tim Fehlbaum y Alex David, lo hacen desde la perspectiva de los periodistas estadounidenses de ABC que estaban cubriendo los juegos olímpicos de 1972 en Múnich. Su final es anticlimático, si hay algo que decir, lo que me dejó completamente insatisfecho. The Brutalist, escrita por Brady Corbet y Mona Fastvold, hace uso de las biografías de arquitectos famosos de la Bauhaus. Ludwig Mies Van der Rohe (edificio Seagram en Manhattan) y Walter Gropius vivieron en los Estados Unidos y qué glorioso tiempo que fue. Incluso Marcel Breuer, el verdadero brutalista del antiguo Whitney Museum (ese insulso estilo arquitectónico que hace honor a su nombre), en quien probablemente se inspiraron por ser de la Bauhaus, por ser húngaro y por su carrera de arquitecto, no vivió esa vida de miseria, sordidez y abandono como su protagonista, László Tóth. Ver este somnífero me hizo recordar con nostalgia las películas que duraban hora y media. Y como es de esperarse, probablemente ganará.

Entre Sean Baker (Anora), Brady Corbet (The Brutalist), James Mangold (A Complete Unknown), Jacques Audiard (Emilia Pérez) y Coralie Fargeat (The Substance), los cinco nominados en la categoría de mejor director,  la rivalidad se plantea entre Brady Corbet y Jacques Audiard, no porque sean los mejores directores, sino porque una de ellas ganará el Óscar por mejor película. Para mi gusto, James Mangold debería recibir la estatuilla ya que su película no ganará. Si bien Baker dirige a sus actores de manera magistral y Coralie Fargeat sabe desenvolverse bien en las películas de horror con un estómago envidiable, el Óscar probablemente se lo llevará Corbet.

Y llegamos al final. ¿Qué película se llevará el mayor galardón de la noche? No contentos con cinco, los académicos resolvieron hace unos años seleccionar diez para la categoría de mejor película del año. Ya me he referido a todas, salvo a una: Dune: Part Two. Ni siquiera la presencia de Chalamet y Zendaya me ayudaron a sobrellevar esta larga y tediosa película. ¿Por qué insisten en rescatar películas de culto sólo porque ahora tienen el presupuesto y los grandes efectos que hace cuarenta, cincuenta o sesenta años eran difíciles de imaginar? Por todo lo elemental y rústico que hoy nos parezcan las peripecias de 2001: A Space Odyssey (1968) de Stanley Kubrick o Blade Runner (1982) de Ridley Scott, ¿es necesario volverlas a hacer o continuar sólo porque pueden y quieren y tiene el dinero para hacerlas? ¿Será que a Hollywood se le está acabando la imaginación? Bueno, en realidad nunca la tuvieron. ¿Qué hubiera sido Hollywood sin Carl Dreyer, F. W. Murnau, Fritz Lang, Erich von Stroheim, Josef von Sternberg, G. W. Pabst, Billy Wilder, Charlie Chaplin y un largo etcétera? A Complete Unknown o Ainda estou aqui deberían recibir la estatuilla dorada. Pero obviamente eso no va a suceder. Ninguna de las otras seis (Anora, Conclave, Dune: Part Two, Nickel Boys, The Substance, Wicked) tiene la posibilidad de ganar. La pelea está casada entre Emilia Pérez y The Brutalist. Pero ya podemos imaginarnos cuál saldrá premiada. And the Oscar goes to… [fanfare] The Brutalist! And may the goddess save us all!

Nueva York, 1 de marzo de 2025

© 2025 Miguel Falquez-Certain