Lo mejor de Medusa son las imágenes de Barranquilla y sitios aledaños. El desfile de carnaval en Puerto Colombia es de antologíaEl acento no es el problema porque lo hacen muy bien. ¿Quién iba a pensar que un payanés pudiera hacer tan bien su acento de barranquillero? El gran problema es el uso repetitivo de las palabras mxxxá, vxxxa, cxxo y jxxo que convierten los parlamentos de Cardona y otros en estereotipos poco convincentes. A pesar del buen desempeño de Juana Acosta, de Manolo Cardona y de algunos otros actores, los parlamentos se ven viciados por el uso incesante de vulgaridades innecesarias.

Aunque algunos refranes reflejan convincentemente el ambiente barranquillero, no deja de colarse la influencia cachaca de los realizadores. El término argótico barranquillero “barro”, que significa algo malo, no tiene femenino; al final de la serie, el detective Danger Carmelo dice: “te tengo una noticia barra”. Qué barbaridad (recordemos que los interioranos dicen “perica”, “marico”, etc.). Y en Barranquilla no se usa el término muisca “cucho” por decir viejo. Antes se usaba “vicario”; no sé ahora, pero estoy seguro que cucho no se usa, a menos que la contaminación linguística cachaca se haya impuesto en la Costa a través de la televisión.
Aparte de eso, ¿por qué usar el apellido Lemaitre como amigos del patriarca, cuando existen tantos apellidos cartageneros que podrían haber usado? Recordemos que Daniel Lemaitre bautizó la ciudad amurallada como el “corralito de piedra” y que Hernando Lemaitre fue un ilustre acuarelista. Y lo más incomprensible es darle a la madre de la protagonista el apellido de Shakira: “Esperanza Mebarak”. ¿Por qué no usar el apellido de uno de los creadores y bautizarla Esperanza Chamié?

Por lo menos tenemos a Shakira y a Sofía Vergara para que contradigan por el mundo la estereotipada forma de expresarse que nos presenta Medusa, la serie de Netflix.